EDUCACIÓN INTERDISCIPLINARIA

La Educación Interdisciplinaria pretende la aproximación crítica a las distintas conceptualizaciones teórico-Metodológicas que desde los distintos campos disciplinares inciden en el desarrollo de la educación, buscando la reflexión y el análisis para constituirlas como base para formular propuestas innovadoras en las que las interrelaciones docente-alumno-medios-contextos de enseñanza-aprendizaje-filosofía y concepción de hombre, entre múltiples aspectos que hacen de la educación un todo complejo, sean recuperadas para dar respuesta a las cambiantes necesidades de los diversos grupos sociales rebasando las delimitaciones impuestas por los espacios áulicos y los abordajes tradicionales de los sistemas formales y no formales.

jueves, 25 de octubre de 2012

OSCAR MUÑOZ


OSCAR MUÑOZ
 
Entrevista retrospectiva a Oscar Muñoz
"No veo mi proceso como una línea hacia adelante, lo veo como una serie de rodeos donde todo vuelve y a lo mejor se parece, pero no es igual."
 
 Realizada por María Wills
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María Wills: Al ser tu obra una constante reflexión sobre la memoria, empecemos hablando de de tus recuerdos. Cuéntame un poco sobre tu infancia. ¿Dónde creciste, cuándo llegaste a Cali?
 
Oscar Muñoz: Nací en Popayán y viví en Venezuela mi primera infancia; de ese tiempo tengo solamente unos recuerdos vagos y dos fotografías muy blancas, como esos recuerdos: una casa de clima caliente, parecido al de Cali, con largos corredores y mucha luz, patios con árboles, había un árbol de almendro grandísimo. Ese es el recuerdo que permanece de esos años en Venezuela. Luego nos mudamos a Cali cuando yo tenía más o menos ocho años.
 MW: ¿Qué memorias de la infancia o de la juventud han marcado tu trabajo?
OM: Estaba leyendo un estudio sobre Wittgenstein, quien decía que la imagen mnemónica no es una fotografía, no es estática ni plana; por otro lado me pregunto si el recuerdo de una imagen fotográfica será necesariamente el de una imagen congelada. A mí, más que recuerdos estáticos, me llegan vivencias. Las cosas que me llegan de la infancia tienen que ver mucho con momentos en los que me relaciono con los materiales. Por ejemplo, no recuerdo el momento vivido ni el lugar de ninguna de esas dos únicas fotografías en las que aparezco con mi hermana Norma y con mis padres en la primera, y con Norma y con Maruja, mi madre, en la segunda, cubiertos por una sombrilla china de papel negro, parados como estatuas sobre un pedestal, pero sí recuerdo haber tenido en mis manos esa maravillosa y delicada sombrilla con sus innumerables radios de bambú. Hay un interés por la materia, por las superficies; y en este tiene mucho qué ver la vida del juego, de la infancia, del niño que está agachado como un hombre primitivo, con una curiosidad por comprender el mundo a partir de las superficies, los sabores y los olores. Pienso que cada ser humano tiene en su memoria algo así como un baúl al que puede recurrir a buscar los recuerdos refundidos de esas experiencias primeras.
 
 Cuando cursaba quinto de bachillerato ya estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de Cali. Me encantaba estudiar en Bellas Artes, sentía fuertemente el contraste que había entre la disciplina tan estricta de un colegio de curas —había que hacer fila y tomar distancia antes y después de cada recreo y subir las escaleras en completo orden y silencio—, con lo que sucedía cuando llegaba al Instituto Departamental de Bellas Artes a la seis de la tarde, una de las horas más agradables de Cali. Bellas Artes estaba en un edificio divino, muy aireado, con una cafetería al aire libre donde estaban las niñas de ballet metidas en sus trusas y con su pelo recogido, la gente de teatro y toda esa movida que en los años setenta era muy fuerte y estaba en plena agitación… Y aunque el Instituto de Bellas Artes no estaba pasando por su mejor momento, el ambiente era para mí maravilloso, llegar allí después de las clases agobiantes de la tarde en el colegio.
MW: Entonces se podría decir que lo que marco tu educación artística fue la libertad.
OM: Esa época fue definitiva para mí, llegaba feliz a clase con mis barritas de carbón a dibujar. Por supuesto, cuando terminé el bachillerato no dudé de que eso fuera lo que quería seguir haciendo. Me gradué de Bellas Artes dos años después de terminar el bachillerato. Eran estudios intermedios, no sé qué categoría tenían, pero no se había formalizado como carrera. Eso ocurrió después. Realmente a mí me dieron el título hace unos diez años. Hay que decir que la enseñanza, sin embargo, era bien académica (a diferencia de ahora), yo quería ser un dibujante con trazos muy definidos y precisos. Sin embargo, muchas cosas de esas clases se quedaron conmigo para siempre: cómo la luz daba sobre los objetos geométricos de yeso.
Por otro lado, otros aspectos muy importantes eran las amistades, el medio, mis compañeros de Bellas Artes, mis compañeros de colegio y los amigos del barrio. Todos eran algo distintos. Finalmente mi trabajo me acercó más al grupo de artistasque se llamaría el Grupo de Cali.
OM: Cuando salí de Bellas Artes alquilé un taller-estudio y empecé a trabajar con una cierta disciplina. Lo primero que hice, por invitación de Miguel González, fue una exposición de dibujos en Ciudad Solar, González era su director (y curador, aunque este término no se usaba aún). En ese momento conocí al grupo que conformaba este maravilloso espacio, a Fernell Franco, Luis Ospina, Andrés Caicedo, Paquico Ordoñez, Eduardo Carvajal, además de personajes como Edgar Negret y Pedro Alcántara.
 
MW: Tus obras iniciales están marcadas por esa efervescencia cultural y social de la época.
OM: Absolutamente, a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta había un ambiente que me atraía muchísimo. Yo empecé a estudiar en 1971, sin duda se sentían las repercusiones de Mayo del 68 que generaban unos cambios y libertades sin precedentes para la juventud de la pequeña provincia que era la Cali de ese entonces.


MW: Además, Cali fue particularmente importante para los movimientos de vanguardia de ese entonces. Estaba Ciudad Solar, espacio colectivo y experimental, existían los festivales de vanguardia. Me imagino que te involucrabas en toda esa movida.
OM: En esa época se organizaron unos festivales estudiantiles de arte intercolegiados, allí vi por primera vez a Andrés Caicedo en una obra de teatro que él había montado con compañeros de su clase. Claro, esto era un poco marginal al lado de los festivales de arte, en gran medida liderados por el Museo de la Tertulia.
MW: ¿Desde el Instituto se promovía un arte muy político?
OM: Recuerdo dos vertientes con dosis política que influían fuertemente: una figuración, que posiblemente provenía de los muralistas mexicanos, y otra desde la gráfica y el dibujo latinoamericanos, como la de José Luis Cuevas, de hecho habíados artistas importantes que trabajaban por esta línea. Ellos hacían un tipo defiguración muy relacionada, con tinta negra y pluma o pincel sobre papel. Uno eraPhanor Satizábal y el otro Pedro Alcántara. A Phanor nunca más lo volví a ver, encambio con Pedro tuvimos una larga y estrecha amistad.
El trabajo de Pedro y su conocimiento de las técnicas de impresión fueron importantes para mí, así como lo ha sido trabajar y aprender de otros artistas amigos: Fernell con su mirada y sus conocimientos de la fotografía, Ever Astudillo y su poética y el mundo de sus maravillosos dibujos; las largas conversaciones con historiador y curador Miguel González, eran toda una experiencia; Maripaz y sus poderosos grabados de la época; las conversaciones de cine con Ramiro Arbeláez y Luis Ospina.
Por otro lado, en ese entonces había ya una generación anterior de pintores en la ciudad, ellos ya eran unos artistas consolidados en el medio local como Jan Bartelsman, Lucy Tejada y María Thereza Negreiros.

Los tiempos de la gráfica - Entrevista retrospectiva de María Wills 
 
                       Imagen tomada de   http://search.iminent.com/SearchTheWeb/v4/3082/homepage/Default.aspx
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MW: Tu obra temprana se concentró en desarrollar una maestría para dibujar desde el punto de vista realista, pero resaltando siempre tu interés por la luz. 
OM: Hay varios aspectos determinantes en relación con el trabajo que realizaba en la época: por un lado, la incorporación de la fotografía al lenguaje artístico, a través del pop y del arte conceptual. Y, posteriormente, como referente de ese fuerte renacer del realismo y el hiperrealismo a comienzos de los setenta. Creo que la Documenta dedicada al hiperrealismo fue a comienzos de los setenta. Yo me sentí absolutamente atraído por este tipo de trabajo, sin embargo, para mí era esencial representar la luz y la sombra en los espacios y sobre las cosas. En esos momentos iniciales aún no estaba presente un interés conceptual por la fotografía, era más como una intermediación entre el mundo y el dibujo, una traducción que daba un carácter documental y atmosférico que no tenían mis trabajos anteriores.
Los primeros dibujos realistas de colombianos que vi y que me impresionaron en ese momento fueron de los de Santiago Cárdenas y de Darío Morales en una de las bienales que organizó La Tertulia; por otro lado, Fernell Franco ya había mostrado en Ciudad Solar su inolvidable serie Las prostitutas, tomada en Buenaventura.
 
 
Narciso
 
 
MW: En ese momento estabas pensando en el dibujo más puro y tradicional, alineado con el fotorrealismo; pero ¿en qué momento empezaste a querer desintegrarlo? Se podría decir que cuando empiezas a trabajar con el polvo de carbón, y ya no con trazos, estás desintegrando también el oficio del dibujo. ¿Cómo se dio ese paso?
OM: Yo no diría que en ese momento esos dibujos estaban precisamente dentro de una línea tradicional, más bien la figuración realista, apoyada por la fotografía supuestamente fría y documental, ponía una distancia ante otras figuraciones más cercanas al expresionismo. Creo que entre nosotros, es decir, el grupo que trabajaba en Cali, Medellín y Bogotá, la crisis aparece en los años ochenta. En algunos círculos hubo una oposición fuerte al realismo y al dibujo. Me acuerdo de una exposición que se organizó en la Galería Garcés Velásquez, se llamaba, creo, Por fin pintura; esto ocurría, obviamente, porque había un cierto cansancio con el dibujo y el realismo. La pintura llegaba como un respiro.
De cualquier manera yo he pensado que el dibujo no es una técnica. Es algo que siempre está en nuestra vida y en nuestra mente, es parte de nuestra idea de la estructura de las cosas.
Referencias

 
Re/trato, 2003
 
 

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